Foto: José Baruth Tafur Gutiérrez, abogado, Columnista cambioin.com
Por: Editor en Jefe - Publicado en septiembre 02, 2025
Por: Jose Baruth Tafur Gutierrez
Abogado-Especialista Univ. Externado Maestrante Comunicación Política Univ. Externado. Columnista invitado cambioin.com
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Asombra observar cómo se atacan quienes debían protegerse o, al menos, tratar de dar consejos dentro de su colectividad, así no fueran escuchados, pero al menos intentarlo. ¿Cómo actúan? Se convierten al inicio en un silencio sepulcral, pero luego en un grito descortés, completamente grosero. Con razón la poca o nula ayuda que se ha generado por parte de su colectividad al pueblo del Tolima.
Se alzan como figuras de integridad, de lealtad, y luego, sin ningún tipo de tacto ni cortesía, utilizan los medios de comunicación para lanzar dardos, como es el ejemplo de la entrevista realizada el 28 de agosto: aquella donde la profe Martha Alfonso, que representa y utiliza la colectividad del comité ambiental, se queja amargamente diciendo: “Es injusto que salgan a hablar mal de mí cuando yo fui leal a su proceso”. Pero, ¡qué ironía! Si ese nivel de fidelidad con la “línea” se convierte en excusa para recibir favores, contratos o prebendas locales, ¿qué viva el SENA, no? ¿Qué podemos esperar cuando tienen delante al ciudadano?
El problema fundamental es que la misma izquierda muestra, siniestramente, el barro donde sumerge sus principios. Si la zancadilla se activa entre los mismos de la lista verde, ese mismo patrón se repetirá en el trato hacia el ciudadano: indiferencia calculada, de interés estratégico, convencimiento frío en el mejor de los casos.
Y esta traición no es un accidente: es una cultura política que se alimenta, que se reproduce. Miremos el gobierno de Gustavo Petro: la guerra sucia y los escándalos no son verticales (de arriba hacia abajo), sino horizontales, corrompen todo el entramado.
No es mera figuración lo que ocurre. El escándalo alrededor de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) es una muestra brutal: un plan desde lo alto del Gobierno que infló un contrato de carrotanques destinados a La Guajira, desviando recursos públicos para sobornar congresistas y asegurar apoyos políticos a las reformas del “Gobierno del Cambio”. Es trágico, pero instructivo: nos recuerda que la traición política no es un acto puntual, sino una estrategia sistemática.
Figuras cercanas a Petro, como Carlos Ramón González, exdirector del DAPRE, tuvieron que irse del país —¿con ayuda de quién?— para evitar que la justicia los alcanzará. En el “Gobierno del Cambio” la cercanía no impidió la corrupción; ¿la expandió?, ¿la facilitó? ¡Y no fue un lío aislado! En el mismo proceso está involucrado el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo —sí, el mismo del proceso del alumbrado navideño en Ibagué—. Hasta se ve salpicado en el escándalo de la Unidad de Riesgos el expresidente del Senado, Iván Name, capturado por recibir 3.000 millones de pesos en un soborno que no sólo traiciona su voto, sino su responsabilidad moral. La magnitud del caso es mayúscula: más de 16.000 millones de pesos implicados, una red tramada, al parecer, en la Casa de Nariño.
¿Qué nos dicen estos antecedentes? Pues que si en el Tolima se acusan los mismos dentro de la lista de la izquierda, ¿qué puede esperar el elector? Si el trato hacia quienes debían ser sus camaradas es tibio, manipulador o corrupto… el ciudadano será mucho más descartable.
En definitiva, la desilusión crece y la esperanza se erosiona. Ver estas prácticas en nombre de la izquierda —una izquierda que juró dignidad, transparencia y justicia social— genera una herida profunda. Nos deja sin argumentos para defender el poder político como instrumento de transformación
José Baruth Tafur Gutiérrez, Abogado Especialista en Marketing Político y Estrategias de Campaña
Maestrante en Comunicación Política.
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