Foto: Carolina Piñeros Ospina Directora ejecutiva de Red PaPaz. cambioin.com
Por: Editor en Jefe - Publicado en junio 06, 2025
Clase de matemáticas: los cálculos se interrumpen por el sonido de un chat. Recreo: niños sentados en la cancha de voleibol están inmersos en sus pantallas. Hora de almuerzo: los estudiantes conversan... por el celular.
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Por: Carolina Piñeros Ospina
Directora ejecutiva de Red PaPaz. cambioin.com
Cada vez más colegios están tomando cartas en el asunto: prohíben o limitan el uso de dispositivos durante la jornada escolar, incluido el transporte. Muchos docentes y familias están aliviados con estas medidas, pero apagar el WiFi en el colegio no soluciona el problema si en casa brilla como un árbol de Navidad.
Estos aparatos están diseñados para capturar la atención de los usuarios, y es ahí donde entran las familias. ¿Soluciones? Hablar desde que los hijos son pequeños. Empezar conversaciones necesarias sobre pantallas, tiempos y prioridades. Poner límites. La fórmula no es esconder el router: es educar para un uso consciente. Y, al tiempo fomentar actividades que no requieran dispositivos tecnológicos.
Cada vez más estudios desaconsejan el uso de estos antes de los 14 años. Y no es por capricho: la formación de la capacidad de autorregulación y madurez emocional es un proceso que toma décadas. También hay que pensar en el nivel de monitoreo adulto. ¿Redes sociales (como Instagram, Tiktok, Facebook)? La mayoría de países plantea un mínimo de 13 años, aunque en varios se ha elevado a 16. Las conversaciones entre padres e hijos y los pactos con familias amigas son claves para que las normas no lleguen como imposiciones sino como acuerdos construidos.
¿Y los tiempos? Medidos. Los videojuegos, entre 20 y 30 minutos diarios. Y claro: juegos de calidad, apropiados para la edad y supervisados. Lo mismo con otras actividades (YouTube, por ejemplo). Lo importante es definir juntos qué, cómo, cuándo y cuánto. ¿La mejor parte? Oírlos. Saber qué les gusta en el mundo digital es clave para acompañarlos y tomar medidas sensatas.
También es necesario ponerle alma a la casa: declarar zonas y momentos libres de pantallas. No se trata de hacer huelga tecnológica, sino de abrir espacios para conversar, mirarnos y reírnos juntos.
¿Una técnica infalible? Apagar el WiFi. ¡Para todos! Que los hijos vean que a sus padres también les cuesta trabajo y que se autorregulan. El ejemplo es muy efectivo para enseñar hábitos digitales saludables.
Apagar el WiFi puede encender lo que realmente importa: la conversación, la mirada, el día a día en familia. Que eso no se apague.
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